Manía

viernes, 22 de febrero de 2008

Manía

La manía se caracteriza por una excesiva actividad física y sentimientos de euforia extremos que son muy desproporcionados en relación a cualquier acontecimiento positivo. La hipomanía es una forma leve de manía.

Aunque una persona puede tener una depresión sin episodios maníacos (trastorno unipolar), la manía se presenta más frecuentemente como parte de una enfermedad maniacodepresiva (trastorno bipolar). Las pocas personas que parecen presentar sólo manía pueden tener de hecho episodios depresivos leves o limitados en el tiempo. La manía y la hipomanía son menos frecuentes que la depresión y son también más difícilmente identificables, porque mientras que la tristeza intensa y prolongada puede llevar a consultar a un médico, la euforia lo hace con mucha menos frecuencia (ya que la gente con manía no es consciente de que haya un problema en su estado mental o en su comportamiento). El médico debe descartar la presencia de una enfermedad orgánica subyacente en la persona que experimenta manía por primera vez, sin episodio depresivo previo.


Síntomas y diagnóstico

Los síntomas maníacos se desarrollan típicamente de forma rápida en unos pocos días. En las fases precoces (leves) de la manía, la persona se siente mejor que habitualmente y a menudo aparece más alegre, rejuvenecida y con más energías. Una persona maníaca está generalmente eufórica, pero también puede estar irritable, reservada o francamente hostil. Generalmente cree que se encuentra muy bien. Su ausencia de reparos en esta situación, junto con una enorme capacidad de actuación, pueden hacer que la persona se vuelva impaciente, intrusiva, entrometida e irritable, con tendencia a la agresión, cuando uno se acerca a ella. La actividad mental se acelera (una situación llamada fuga de ideas). La persona se distrae fácilmente y constantemente cambia de tema o intenta abordar otro nuevo. Puede tener la falsa convicción de riqueza personal, poder, inventiva y genio y puede asumir de forma temporal identidades grandiosas, creyendo a veces que es Dios.

La persona puede creer que está siendo ayudada o perseguida por otras o tiene alucinaciones, con lo cual oye y ve cosas que no existen. Disminuye su necesidad de sueño. Una persona maníaca se implica en varias actividades de forma inagotable, excesiva e impulsiva (como intento de negocios arriesgados, visitar casas de juego o conductas sexuales peligrosas) sin reconocer los peligros sociales inherentes a dichas actividades. En casos extremos, la actividad física y mental es tan frenética que se pierde cualquier relación clara entre el humor y la conducta en una especie de agitación sin sentido (manía delirante). Entonces se requiere tratamiento inmediato, porque la persona puede fallecer de agotamiento físico. En casos de manía con menor grado de hiperactividad, se puede requerir la hospitalización para proteger a la persona y a sus familiares de la ruina por un comportamiento económico o sexual desaforado.

La manía se diagnostica por sus síntomas, que son característicamente obvios para el observador. Sin embargo, como las personas con manía se caracterizan por negar todo problema, los médicos generalmente tienen que obtener la información de los miembros de la familia. Los cuestionarios no se usan tan ampliamente como en la depresión.


Tratamiento

Los episodios de manía no tratados finalizan de modo más brusco que los de depresión y son habitualmente más cortos, durando desde unas pocas semanas hasta varios meses. El médico intenta por todos los medios tratar al paciente en el hospital, porque la manía es una emergencia médica y social.

Un fármaco, el litio, puede reducir los síntomas de la manía. Debido a que el litio tarda de 4 a 10 días en hacer efecto, a menudo se administra de forma concomitante otro fármaco, como el haloperidol, para controlar la excitación del pensamiento y de la actividad. Sin embargo, el haloperidol puede provocar contractura muscular y movimientos anormales, y por lo tanto se administra en pequeñas dosis, en combinación con una benzodiacepina, como el loracepam o el clonazepam, que aumentan los efectos antimaníacos del haloperidol y reducen sus desagradables efectos secundarios.


Enfermedad maniacodepresiva

La enfermedad maniacodepresiva, también llamada trastorno bipolar, es una situación en la cual los períodos de depresión alternan con períodos de manía o de algún grado menor de excitación.

La enfermedad maniacodepresiva afecta en algún grado a algo menos del 2 por ciento de la población. Se piensa que la enfermedad es hereditaria, aunque se desconoce el defecto genético exacto. La enfermedad maniacodepresiva afecta por igual a hombres y mujeres y habitualmente comienza entre los 10 y los 40 años.


Síntomas y diagnóstico

El trastorno maniacodepresivo comienza generalmente con depresión y presenta por lo menos un período de manía en algún momento durante la enfermedad. Los episodios de depresión duran habitualmente de 3 a 6 meses. En la forma más grave de la enfermedad, llamada trastorno bipolar de tipo I, la depresión alterna con manía intensa. En la forma menos grave, llamada trastorno bipolar de tipo II, episodios depresivos de corta duración alternan con hipomanía. Los síntomas del trastorno bipolar de tipo II a menudo vuelven a aparecer en ciertas estaciones del año; por ejemplo, la depresión ocurre en el otoño y en el invierno y la euforia menor ocurre en la primavera o el verano.

En una forma aún más suave de la enfermedad maniacodepresiva, llamada trastorno ciclotímico, los períodos de euforia y de depresión son menos intensos, habitualmente duran sólo unos pocos días y vuelven a presentarse con bastante frecuencia a intervalos irregulares. Aunque los trastornos ciclotímicos pueden en último grado evolucionar hacia una enfermedad maniacodepresiva, en muchas personas este trastorno nunca conduce a una depresión mayor o a la manía. Un trastorno ciclotímico puede contribuir al éxito de una persona en los negocios, en el liderazgo, en el logro de objetivos y en la creatividad artística. Sin embargo, también puede ocasionar resultados irregulares en el trabajo y en la escuela, frecuentes cambios de residencia, repetidos desengaños amorosos o separaciones matrimoniales y abuso de alcohol o drogas. En cerca de un tercio de las personas con trastornos ciclotímicos, los síntomas pueden conducir a un trastorno del humor que requiera tratamiento.

El diagnóstico de la enfermedad maniacodepresiva se basa en su síntomas característicos. El médico determina si la persona está sufriendo un episodio maníaco o depresivo con el fin de prescribir el tratamiento correcto. Cerca de un tercio de las personas con un trastorno bipolar experimentan simultáneamente síntomas maníacos (o hipomaníacos) y depresivos. Esta situación se conoce como un estado bipolar mixto.


Pronóstico y tratamiento

La enfermedad maniacodepresiva reaparece en casi todos los casos. A veces, los episodios pueden cambiar de la depresión a la manía, o viceversa, sin ningún período de humor normal de por medio. Algunas personas cambian más rápidamente que otras entre episodios de depresión y de manía. Hasta un 15 por ciento de las personas con enfermedad maniacodepresiva, sobre todo mujeres, tiene cuatro o más episodios al año. Las personas que sufren ciclos rápidos son más difíciles de tratar.

Las incidencias de manía o hipomanía en la enfermedad maniacodepresiva pueden ser tratadas como la manía aguda. Los episodios depresivos se tratan igual que la depresión. Sin embargo, en general, los antidepresivos pueden provocar cambios de depresión a hipomanía o manía y, a veces, producen cambios rápidos de ciclo entre las dos situaciones. Por lo tanto, estos fármacos se usan durante cortos períodos y sus efectos sobre el humor son controlados con mucho cuidado. En cuanto se observan los primeros indicios de cambio hacia la hipomanía o la manía, se retira el antidepresivo. Los antidepresivos menos propensos a causar variaciones en el humor son el bupropión y los inhibidores de la monoaminooxidasa. Idealmente, a casi todos los que padecen un trastorno maniacodepresivo se les deberían administrar fármacos estabilizantes del humor, como el litio o un anticonvulsionante.

El litio no produce efectos sobre el estado del humor normal, pero reduce la tendencia a cambios extremos del humor en cerca del 70 por ciento de los que padecen un trastorno maniacodepresivo. El médico controla los valores sanguíneos de litio mediante análisis de sangre. Los posibles efectos secundarios del litio incluyen temblores, contracturas musculares, náuseas, vómitos, diarrea, sensación de sed, incremento del volumen de orina y aumento de peso. El litio puede empeorar el acné o la psoriasis y puede causar una disminución de las concentraciones sanguíneas de hormonas tiroideas. Los valores muy altos de litio en sangre pueden provocar un dolor de cabeza persistente, confusión mental, adormecimiento, convulsiones y ritmos cardíacos anormales. Los efectos secundarios aparecen con mayor frecuencia en las personas de edad avanzada. Las mujeres, cuando intentan quedar embarazadas, deben dejar de tomar litio porque éste puede (en raras ocasiones) producir malformaciones cardíacas en el feto.

Durante los últimos años se han desarrollado nuevos tratamientos farmacológicos. Éstos incluyen los anticonvulsionantes carbamacepina y divalproato. Sin embargo, la carbamacepina puede causar una disminución preocupante del número de glóbulos rojos y de leucocitos, y el divalproato puede dañar el hígado (sobre todo en los niños). Estos problemas ocurren raramente cuando existe una cuidadosa supervisión médica, y la carbamacepina y el divalproato constituyen alternativas útiles al litio en la enfermedad maniacodepresiva, especialmente en las formas mixtas o en las de ciclos rápidos cuando éstas no han respondido a otros tratamientos.

La psicoterapia se recomienda frecuentemente para aquellos que toman fármacos estabilizantes del humor, sobre todo para ayudarles a continuar con el tratamiento. Algunas personas que toman litio se sienten menos alerta, menos creativas y con menos control sobre las cosas que en condiciones habituales. Sin embargo, la disminución real de creatividad es poco frecuente, particularmente porque el litio permite a las personas con enfermedad maniacodepresiva llevar una vida más regular, mejorando su capacidad global de trabajo. La terapia de grupo se usa con frecuencia para ayudar a las personas y a sus cónyuges, o a sus familiares, a comprender la enfermedad y a afrontarla en mejores condiciones.

La fototerapia se utiliza a veces para tratar a las personas con enfermedad maniacodepresiva, especialmente las que tienen una depresión más leve y de carácter más estacional: depresión en otoño-invierno e hipomanía en primavera-verano. Para la fototerapia se coloca a la persona en una habitación cerrada con luz artificial. La luz se controla para imitar la estación del año que está tratando de crear el terapeuta: días más largos para el verano y más cortos para el invierno. Si la dosis de luz es excesiva, la persona puede sufrir un cambio hacia la hipomanía o, en algunos casos, daño en los ojos. Por lo tanto, la fototerapia debe ser supervisada por un médico especializado en el tratamiento de los trastornos del humor.

REFERENCIAS

Manual Merck de información médica para el hogar http://www.msd.com.mx/publicaciones/mmerck_hogar/seccion_07/seccion_07_084.html 2005

2005